23 de febrero de 2009

La casa del cuento

Este fin de semana tocó visita a unos amigos en Valencia. Cuando me encontraba esperando en un cruce me fijo en un tejado "raro" que sobresale del patio de un edificio. Digo raro porque tenia una chimenea muy grande en comparación con el tamaño de la casa y un tejado con una inclinación subrealista que desde luego no es lo mas común en medio de Valencia.


Pensé lo unico que puede pensar un calasparreño de origen: "¿qué pijo es eso?". Mi curiosidad de gato que conserva al menos 2 de sus 7 vidas me llevó a cruzar la avenida y asomarme a la tapia de metal para ver la casa mas de cerca. La pena es que habia otro muro que me impida verla mejor. Aunque a esta distancia se distiguían algunos detalles como una cigueña de coña en la chimenea.



Me fui con la duda de qué era eso, aunque formulé varias teorias que van desde una monumental casa de juegos de 2 plantas con la que soñaría hasta el mismisimo Froilan, hasta que la casa pertenece al Señor Plofy. Un simpatico gnomo gruñón al que de la noche a la mañana, en plena borágine ladrillil, le construyerón un edificio alredor.

18 de febrero de 2009

La cabina

El cine español a veces nos sorprende con historias imaginativas, como es el caso de La cabina, un mediometraje subrealista que dirigió Antonio Mercero en 1972 e interpretado por mi tocayo Jose Luis López Vazquez. Al parecer, la censura franquista no vió en el corto la sutíl crítica hacia la parálisis que vivia el pais bajo la dictadura.

Parte 1:



Parte 2:



Parte 3:



Parte 4:

12 de febrero de 2009

¡¡¡Al ladrón!!!

Dedicado al 'ser humano' que robó los tapacubos el martes por la noche en el aparcamiento de la Nueva Condomina...




8 de febrero de 2009

La Apoteosis Necia


El viernes 6 tuve la inmensa suerte de asistir a la actuación de Berto Romero en Calasparra. Y digo inmensa suerte porque es lo único que me sale dada la sucesión de acontecimientos. Esta es la historia:

Hace como un mes que sabia de la actuación, porque desde que descubrí a este genial humorista en el programa de Buenafuente, me paso de vez en cuando por su blog, donde entre otras cosas se anuncian sus próximas actuaciones con la compañía "El Cansancio". Al ver que uno de los dos espectáculos que tiene programados para este invierno pasaba por mi pueblo, tuve claro que quería ir, pero no compré la entrada porque una semana antes, por cuestión de trabajo cambié una cita con mi dentista, sin otra opción que el día 6 a las 7 de la tarde. Siendo la actuación a las 9 y sabiendo de las largas esperas a las que me tiene acostumbrado el dentista, si a esto le sumamos el tiempo de camino desde Cehegin, iba a ser difícil estar allí a tiempo.

Llegado el viernes día 6, a las 7 estaba como un clavo en la sala de espera del dentista. Aunque demasiado nervioso para leer, pasé el tiempo hojeando las revistas y levantándome de vez en cuando a ver la orlas colgadas de la pared. Evidentemente estaba nervioso por la actuación, ...la del dentista. En esa situación pasé 50 minutos, hasta las 7:50 que me sentaron en el banco de tortura (no se me ocurre mejor eufemismo para la silla del dentista). La cosa se alargó hasta las 8:45 y puesto que por lo menos me quedaban otros 20 minutos de camino para volver a Calasparra, estaba seguro de que me iba a perder la actuación ya que entre otras cosas, sería difícil encontrar entrada.

A las 9:10 llego a Calasparra, voy directo al auditorio, aparco como puedo y corriendo llego a la puerta donde me encuentro un grupo de unas 10 personas y un cartel donde se lee "LOCALIDADES AGOTADAS". Lo primero que pensé era ¿qué hacia allí esa gente si el espectáculo ya había empezado y no quedaban entradas?, así que, para intentar averiguarlo dije "Vaya, se han agotado las entradas...", me respondieron que si pero en un momento, cuando ya me volvía resignado alguien me dice: "¿Buscas una entrada sólo?" a lo que respondí "Sí, sólo una", la gente de la puerta me señalan a dos chavales sentados en un banco, al parecer uno de ellos tenia una entrada y el otro no. En una actitud tipo "o entramos los dos o no entra ninguno" (¡¡que viva la amistad!!) el chaval me da la entrada, le doy los 10€ que cuesta y entro como las balas sin mirar atrás, por si de repente se acuerda del significado de la palabra "reventa". (Añado: Al día siguiente me enteré que a un amigo le llegaron a ofrecer 50€ por su entrada ...)

Una vez dentro, los acomodadores me preguntan "¿Te están guardando un sitio?", "no", respondo, "Pues en la segunda fila hay una butaca libre" ¡¡Jarrrllll!!, Como ha cambiado la situación, de casi rendirme a ver la actuación en las primeras filas. El regalo del destino no terminaba ahí, Berto, al verme entrar aprovechó para improvisar un poco conmigo, que si no me iba a enterar de nada por no ver el principio, que si había aparcamiento de sobra en las ruinas del mercado, yo le pedí perdón gesticulando y dije que venia del dentista señalando mis dientes, a lo que el dijo "¿Dientes?, yo también tengo dientes y estaba aquí a mi hora", tras preguntarme si estaba bien siguió con el espectáculo.

No lo he dicho, pero la obra se titula "La Apoteosis Necia". Un genial monólogo que incluye actuaciones musicales, como la canción "El Chándal", con Ivan Lagarto a la guitarra:



Hacia tiempo que no me reía tanto, con las prisas no entré al aseo y venia con ganas de mear desde Cehegin, casi hago literal lo de "mearse de risa".

Al terminar el espectáculo y vista que la alineación planetaria estaba de mi parte, decidí esperar a ver si Berto salia a firmar algún autógrafo y hacerme alguna foto con él, lo cual sucedió, muy amablemente nos fue recibiendo a todos los que esperamos, dándonos la oportunidad de estrechar su mano y tener una breve charla con él.

En la dedicatoria de mi autógrafo puso:

"Jose Luis. ¡A tiempo! Ni tarde ni pronto. ¡A tu hora!"

Que grande Berto ...

3 de febrero de 2009

Lecturas a Domicilio

Esta mañana de camino al trabajo, mientras ponía mis cinco sentidos en esquivar las "gracias" de los perros de mis cívicos vecinos, no he podido evitar fijar mi atención en el siguiente cartel pegado en algo parecido a la caja de controles de un semáforo:



Pongo la transcripción por si no se ve bien:

"LECTURAS A
DOMICILIO

Destinado a personas que
quieran escuchar a sus
autores preferidos y que
no puedan hacerlo. O sen-
cillamente, que quieran
distraerse "escuchando"
los textos escritos.
..."
No sé si será buen negocio, pero nada más que por la originalidad de la idea ya se merece una entrada.
Lo que mas me hace pensar del anuncio es los tipos de clientes a los que va dirigida la idea del negocio, según el cartel se distinguen claramente dos grupos:

  1. "Personas que quieran escuchar a sus autores preferidos y no puedan hacerlo": supongo que será la gente que no tiene quién le lea y los sordos, pero a ver cómo haces para que un sordo escuche las obras de sus autores preferidos.
  2. "O sencillamente, que quieran distraerse "escuchando" los textos escritos": Hedonistas de las artes escritas que huyen del cliché del lector que se deleita leyendo un buen libro, sentado en una mecedora, al lado de la chimenea, con una mantita extendida sobre el regazo, acompañados de la silenciosa compañía de un buen puro y una copa de licor sobre la mesita. Prefieren pagar por que alguien les quite del coñazo de leer el libro mientras ellos disfrutan de la lumbre, la mecedora, la mantita, el puro y el cubata.